sábado, 26 de julio de 2008

Compañeros de Desventuras

Lo prometido es deuda, así que aquí va: los tres compañeros que encontraremos a lo largo del primer capítulo de la campaña, imagen de cuerpo completo y con el aspecto con el que los conoceremos.

Empezaremos por Xylax el semiorco.

Procedente de las montañas cercanas al asentamiento de Homlett, es al aprendiz de chamán del Clan de la Pantera, bárbaros orgullosos y tenaces que no suelen inmiscuirse en los asuntos ajenos.

Acuciado por visiones que le muestra su tótem, una oscura pantera, decide por motivos particulares abandonar el clan y seguir al jugador en su incesante búsqueda.

Capaz de conversar con los espíritus, el carácter huraño y serio de este bastardo resultará en un principio difícil de asimilar, pero con el tiempo demostrará ser un compañero fiel y probará que su sabiduría es, incluso, superior a la de muchos que se autodenominan a sí mismos "líderes".


En el otro extremo, encontramos a Arthus el humano.

Egoísta, pendenciero, borracho, vividor, juerguista y mujeriego, la vida entre reformatorios, familias de acogida y sinvergüenzas varios le han enseñado que no puede fiarse de nadie que no sea él mismo.

Viviendo una vida siempre al margen de la ley, conoce casi todas las cárceles, jaulas, cepos y salas de castigo de la región, los alguaciles le conocen por su nombre, y sus expectativas de futuro no son muy halagüeñas.

El jugador le conocerá en circunstancias un tanto peculiares, pero el destino es caprichoso y una alianza con él resultará rentable para ambas partes, por lo que su camino permanecerá junto durante un largo tramo.

Despreocupado, amargado, irónico y siempre preocupado por sacar tajada, acabará descubriendo que, a veces, también hay que saber ser generoso de corazón.



Y, por último, tenemos a Valhala, el ángel.

Encerrada por oscuros poderes, usada para fines que ni los más trágicos hubieran podido pensar, esta mujer angelical se verá librada de su castigo gracias a la acción del jugador.

Castigada por sus pecados anteriores a sentir como propio el dolor ajeno, detectará el sufrimiento que corroe el alma del jugador, y en su infinita bondad no podrá sino acompañarle en su búsqueda de respuestas.

Justa, buena, dulce, y hermosa, un fuerte carácter y un peligroso odio que late en sus venas ante todo aquello que se opone a sus principios la convierten en un arma de doble filo, tanto para los demás como en ocasiones para ella misma. Junto al jugador y su grupo, irá descubriendo que muchas de sus creencias deben ser puestas en tela de juicio, que muchos de sus valores pueden ser flexibles, y que el castigo no es siempre la opción adecuada.



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